Desde muy pequeña me encantaba la naturaleza, más que los animales, las plantas y los insectos. Recuerdo que buscaba atraparlos, estudiarlos y entender su comportamiento. Así mismo, me impactaba mucho ver la contaminación de la basura en la ciudad y leía mucho sobre los eventos que pasaban a nivel mundial, como la deforestación y las pruebas nucleares en el océano. Desde muy pequeña apoyaba organizaciones no gubernamentales de protección de la naturaleza y también aprendía de lo que hacían y de los problemas ambientales. Cuando llegó el momento de definir una carrera profesional, tenía claro que sería biología (en ese momento no existía la carrera de ingeniería ambiental, sino estoy segura de que hubiese optado por ella). Una vez que termine la carrera de biología en Perú, también tenia claro que necesitaba especializarme en los temas ambientales y me prepare muchísimo para estudiar fuera de Perú porque no había el nivel de especialidad al que aspiraba. Siempre cuento como me marcó la experiencia de prácticas profesionales en el Ministerio de Energía y Minas en la elección de mi maestría, ya que conocí sobre los altos estándares de protección ambiental en el sector minero, pero a la vez también pude apreciar que la minería podía llevar desarrollo social en lugares remotos del país donde el gobierno no tenía presencia. Esta experiencia orientó mi búsqueda de una maestría que combinara lo ambiental y social, y así fue que opte por la maestría en biología de la conservación y desarrollo sostenible en la Universidad de Wisconsin.