Ruthmery Pillco Huarcaya siempre sintió una conexión profunda con los árboles. Mientras sus padres trabajaban en el campo, ella recorría los caminos andinos con su perro, trepando esos gigantes que le ofrecían paz y compañía. Quería entenderlos: saber a dónde llevaban las hormigas sus hojas o por qué las aves cantaban distinto en sus ramas. Crecer entre las montañas de Cusco, Perú, le permitió ver la naturaleza con curiosidad. Mientras su familia soñaba con verla convertida en médica —la primera universitaria—, ella anhelaba algo distinto: quedarse entre los árboles y las montañas, donde realmente sentía que pertenecía.
“Decidí estudiar biología porque sabía que quería estar en la naturaleza. Me gustaba mucho investigar, incluso quería estar en el FBI para resolver problemas”, ríe Pillco Huarcaya, ahora de 33 años, convertida en científica indígena de origen quechua. “Aunque no fue de esa forma, ahora es lo que hago: investigar y descubrir cosas, pero en la naturaleza”.