Desde muy joven, mi curiosidad por los procesos naturales me llevó a explorar el mundo subterráneo y sus secretos. Decidí estudiar geología porque sentía una profunda conexión con la tierra, y fue en la hidrogeología donde encontré mi verdadera vocación. Enfrenté desafíos, pero cada uno de ellos me impulsó a seguir adelante, sabiendo que el conocimiento que adquiría tenía el potencial de generar un impacto real.
El camino no ha sido fácil, pero mi pasión por entender el comportamiento del agua subterránea y su papel esencial en el equilibrio de los ecosistemas y el desarrollo humano ha sido una fuerza constante. Como mujer en un campo STEM, he sentido el poder de abrir puertas y romper barreras, demostrando que la ciencia no tiene género. He tenido la oportunidad de aplicar mis conocimientos en proyectos que no solo han mejorado la gestión de los recursos hídricos, sino que también han contribuido al bienestar de comunidades, y eso me llena de orgullo.
Mi crecimiento en este ámbito ha sido impulsado por un profundo sentido de responsabilidad y por el deseo de inspirar a más mujeres a seguir este camino. Mi trayectoria me ha mostrado que no solo es posible, sino necesario que más mujeres entren y lideren en áreas como la ciencia y la ingeniería. Nuestro aporte es invaluable, y juntas podemos transformar el futuro.